February 7, 2024

¿Qué es la artrosis? Síntomas, diagnóstico y tratamientos

Tomás Tegiacchi Fisioterapeuta, Osteópata y Acupuntor

La artrosis es una enfermedad que se caracteriza por la deformidad e inflamación de la articulación y de todos los tejidos que están alrededor como son los tendones, nervios y ligamentos. Cuando uno sufre de artrosis suele tener dolor y rigidez sobre todo por la mañana y al levantarte después de largos periodos de inmovilidad como la cena de Navidad donde el cuñado arregla el país, el viaje en coche al pueblo o la maratón de Netflix del fin de semana. Esta rigidez y dolor va mejorando con el movimiento. Además, la articulación con artrosis hace ruidos al moverla[1].

Las causas más habituales de esta enfermedad son: los golpes directos importantes que se reciben en deportes de alto riesgo de contusiones como deportes de contacto o el rugby, operaciones de la articulación, uso excesivo de la articulación, tener sobrepeso u obesidad y la pérdida de masa muscular (llamada técnicamente sarcopenia) que es habitual a partir de los 60 según los estudios, aunque en clínica la vemos a edades más tempranas. Estas causas se conocen como factores modificables es decir, los podemos cambiar y dependen en gran medida de lo que hagamos con nuestra vida por lo que va a ser interesante repasar si tenemos estos factores y en caso afirmativo, mirar de cambiarlos. Existen otras causas llamadas factores no modificables que son aquellos que no podemos cambiar por más que nos empeñemos. Se ha podido identificar a día de hoy tener a otros casos de artrosis dentro de tu familia, por lo que serían de origen genético y también ser mujer tiene más riesgo de artrosis[2].

Para poder hacer el diagnóstico, necesitamos tener una combinación de los síntomas que hemos comentado anteriormente, así como de algunas pruebas diagnósticas para confirmar la patología siendo la radiografía simple la más recomendada y en algunos casos otras para excluir otras posibles enfermedades que pueden parecerse. Además, según la articulación que está sufriendo, podemos usar unos cuestionarios que nos pueden ayudar a confirmar la patología así como para poder cuantificar tanto el dolor como la capacidad de funcionar de la articulación en cuestión[3].

Es importante aclarar que el grado de deformación de la articulación no tiene porqué ir asociado al mismo grado de dolor y dificultad para mover y hacer funcionar la articulación. Sabemos que existen muchos factores que inciden tanto en el inicio, como en la progresión de la deformación y del dolor. Para hacerlo más complicado, sabemos que estos factores pueden asociarse y que pueden afectar de forma diferente según la persona que lo sufra[4].

Una vez diagnosticada la artrosis es importante trazar un plan de acción, juntamente con los profesionales sanitarios para poder remar todos a una para mejorar los síntomas de la patología y para reducir al máximo la velocidad del desgaste ya que es una patología crónica. Esto significa que una vez empieza la deformación de la articulación esta no se detiene. Sin embargo, hay que acordarse de que no todo es un culebrón de telenovela y que podemos frenar el desgaste y también el dolor pudiendo llegar a tener una vida normal aun teniendo una o varias articulaciones afectadas.

Las principales organizaciones de especialistas del tema a nivel mundial, han escrito unas guías clínicas sobre cómo tratar esta enfermedad. Estas guías son como un manual de instrucción que todos los profesionales, independientemente de la especialidad, deberíamos seguir para tratar cualquier enfermedad.

Estas guías recomiendan empezar el tratamiento combinando los medicamentos antiinflamatorios siendo el paracetamol o el ibuprofeno los primeros y siempre teniendo en cuenta que el paciente no tenga ningún tipo de alergia o alguna otra condición que pueda ser contraproducente como enfermedades del hígado o del estómago; la rehabilitación funcional donde se combina terapia física (según el profesional su estilo propio de masaje y estiramientos), terapia térmica (calor directo a la articulación de diferentes formas como puede ser por infrarrojos o parafina; o frío directo como cold pack o hielo; o la combinación de ambos en forma de baños de contraste), o bien electroterapia (con aparatos especiales con nombres chulos como el ultrasonido, TENS o corrientes galvánicas) o el uso de ortesis que son apoyos externos para ayudar a la articulación como pueden ser rodilleras, muletas o coderas[5].

Si estas medidas no son suficientes, las mismas guías recomiendan medicamentos más potentes como los analgésicos entrando en el campo de los opiáceos y a terapias más invasivas como los corticoides locales (se conocen popularmente como infiltraciones) y finalmente, la intervención quirúrgica que puede ser cambiar la articulación por una prótesis que puede ser parcial o total, o bien la artrodesis que es la fijación de la articulación mediante unas varillas y unos tornillos para que la articulación no se mueva y así no genere dolor y permita al paciente funcionar mejor[6].

Más allá de las guías establecidas, sabemos que hay otros factores que se pueden tener en cuenta y que pueden ser muy útiles tanto para la prevención del inicio de la enfermedad, de la progresión de la misma, así como del tratamiento cuando ya existe el dolor. En caso de que leas este y otras fuentes de información fidedignas, cosa que te sugiero, encontrarás estos factores bajo el nombre de prevención primaria, antes de que empiece y así la evitamos, prevención secundaria, cuando empieza a detectarse el desgaste en la radiografía, pero no hay otros síntomas específicos y prevención terciaria que es cuando ya está la patología presente en todo su esplendor y hay que manejar sus síntomas[7].

Siguiendo esta línea, nos sentimos más cómodos a la hora de ayudar al paciente que en las guías, ya que nos permite desplegar más elementos y ser un poco más flexibles según el estado en que se encuentra el paciente y sus características tanto biológicas, psicológicas y sociales que interaccionan de forma simultánea en su conjunto y en la articulación enferma[8]. Podríamos decir, que cuando tratamos a Paco en su conjunto mejoramos su rodilla desgastada, más que tratar la rodilla sin que exista Paco unida a ella.

Hecha la mención anterior, dentro de la prevención primaria y que debemos seguirla hasta la tercera tenemos que considerar algunos hábitos que van muy bien y que son tanto efectivos como coste-efectivos. Aquí hago un pequeño inciso para que se entienda lo de coste-efectivo, que es un término un poco técnico. Esto nos dice que cualquier cosa tiene un efecto beneficioso por encima del coste de su ejecución. Este coste puede ser de muchos recursos diferentes como el tiempo, personal o el dinero (va más allá del dinero personal, que también, sino que se entiende como un impacto social a nivel de los recursos de una sociedad en particular donde en principio y como mucho ya sabemos, se busca el reparto igualitario de los recursos).

Ahora que entendemos que lo que te voy a contar se adapta mucho a la persona, que va muy bien, que no lo puede explicar cualquier inteligencia artificial de última generación y que puede marcar una verdadera diferencia entre el sufrimiento y el alivio que veo cada día en la consulta; vamos a empezar a comentar los hábitos que hay que ir añadiendo para que esto tenga el máximo de posibilidades de que salga bien.

Las acciones a realizar en la prevención primaria son:

  • Control del peso situándonos en normopeso o peso normal según el índice de masa corporal. El peso influye de muchas maneras en el desgaste ya que sabemos que inflama por el aumento del peso que tienen que aguantar las articulaciones, por la inflamación que se genera en las células del tejido graso y por los cambios en los ángulos que forman las articulaciones como por ejemplo en las rodillas, donde se incrementa el genu valgo, es decir las rodillas van hacia adentro y las piernas tienen una forma de X.

  • El uso de actividad y ejercicio físico: sin entrar mucho en detalle, la actividad física va asociada a ser activos (esos 10.000 pasos diarios que es lo mismo que desplazarte con tus piernas a buscar el pan, los hijos a la escuela o usar esas escaleras más antiguas que no se mueven solas; todo lo que podamos); mientras que el ejercicio físico es planificado en intensidad, repetición y frecuencia; y va a reforzar la musculatura que envuelve la articulación para protegerla y quitarle parte del trabajo[9]

  • La revisión de los hábitos de vida: de forma generalizada, ya que cada articulación tiene sus particularidades aquí nos deberíamos centrar en lo que entra por la boca es decir, la alimentación puesto que pueden actuar bien como antiinflamatorio o muy mal como proinflamatorio y el tabaco que aumenta la resistencia de la inflamación y la sensibilidad de los nervios que transmiten el dolor de la articulación; así como lo que concierne tanto el estrés como el sueño por modificar por diferentes vías, que no entraremos en detalle para no hacerlo excesivamente largo, la respuesta antiinflamatoria endógena, es decir, la que producimos por nosotros mismos con las famosas endorfinas y otros parientes[10]

  • El manejo de las comorbilidades: las comorbilidades son enfermedades que coexisten y se potencian las unas a las otras, es como mis hijos en el coche que siendo 2 acabamos perdiendo los papeles por uno por otro o por los 2. Este punto es de vital importancia ya que muchas veces la otra enfermedad mantiene el dolor en la articulación enferma y hace que ésta no se recupere. Las comorbilidades a las que tenemos que prestar especial atención e integrarlos dentro del tratamiento son:

  • La ansiedad y depresión, ambas situaciones psicológicas implican el aumento de la percepción del dolor y la disminución de la capacidad de analgesia tanto por las vías propias como por fármacos y otros tratamientos.

  • El síndrome de sensibilización central que es la inflamación que se produce en todo el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) que también implica cambios emotivos y psicológicos así como aumenta la percepción del dolor aún sin haber lesión que podamos diagnosticar el síndrome miofascial (son las típicas contracturas o pelotas como las llamamos como paciente); este síndrome aumenta el dolor localizado cerca de la articulación o a distancia además de producir debilidad muscular y por tanto, aumento de la presión de la articulación enferma y por tanto aumento de la progresión tanto del dolor como del desgaste.

  • El síndrome metabólico: es la combinación de varios factores que pueden desarrollar enfermedad cardíaca como infarto o ictus. Este síndrome combina situaciones.

  • El insomnio: aumenta la concentración de sustancias proinflamatorias y reducción de sustancias antiinflamatorias así como de la respuesta de la misma. Además, genera cambios a nivel psicológico y emocionales que aumenta la percepción del dolor y cambios en el ámbito social del paciente[11]

A modo de resumen, la recomendación es aliarse con un profesional competente que te inspire confianza y empatía ya que tendrá mucho conocimiento y podrá ayudarte en toda la parte del proceso. Creo que es importante hacer esta aclaración ya que en muchas ocasiones la información en la red genera más desorientación y a veces perjuicio que beneficio, aunque no sea la intención del autor.

Dicho esto, el camino debería seguir hacer una buena lista sin pasar nada por alto, de los síntomas, los factores causales y las comorbilidades. Una vez tenemos toda esta información, deberíamos valorar la rodilla, para ello, te recomiendo un buen fisioterapeuta, osteópata, traumatólogo o reumatólogo que son los que más tocan al paciente. Esto también es importante, se tiene que tocar y al menos que seas muy muy bueno, con la articulación afectada al descubierto para poder ver ya que podemos ver, según el caso, inflamación más superficial y la propia deformación de la articulación. Una vez hecha, la que se conoce como exploración física, se debe realizar una exploración complementaria en caso de duda, siendo la radiografía la más indicada si dudamos con otras enfermedades[12].

Una vez diagnosticada, debemos trazar un plan bien diseñado para aumentar al máximo las posibilidades de éxito. Para ello, miraremos de ir reduciendo los factores causales modificables y tratar en caso de que existan, las comorbilidades o enfermedades asociadas. Además, se deben incluir el tratamiento de la articulación enferma pudiendo optar por el camino guiado o bien ir añadiendo otras intervenciones que puedan añadir valor que están en vía de tener el beneplácito del mundo científico. Es por ello, que pueden usarse otras terapias como manuales, te nombro acupuntura y osteopatía porqué existen varios estudios que respaldan su uso y es la que uso normalmente en consulta con buenos resultados, como suplementación donde se incluirían sustancias como algunos minerales y vitaminas o bien otras terapias más invasivas como la terapia neural o el plasma rico en plaquetas[13].

Bibliografía 

  • [1] Stemberger R, Kerschan-Schindl K. Osteoarthritis: Physical medicine and rehabilitation - Nonpharmacological management. Wiener Medizinische Wochenschrift 2013;163:228–35.

  • [2] Runhaar J, Bierma-Zeinstra SMA. The Challenges in the Primary Prevention of Osteoarthritis. Clin Geriatr Med 2022;38:259–71. doi:10.1016/j.cger.2021.11.012.

  • [3] Rubin B. Management of osteoarthritic knee. J Am Osteophatic Asoc 2005;105:S23–8.

  • [4] Georgiev T, Angelov AK. Modifiable risk factors in knee osteoarthritis: treatment implications. Rheumatol Int 2019. doi:10.1007/s00296-019-04290-z.

  • [5] Jevsevar D. Treatment of Osteoarthritis of the knee Evidence-Based Guideline. 2n edition. Am Acad Orthop Surg Board Dir 2013;21:973.

  • [6] Zhang W, Nuki G, Moskowitz RW, Abramson S, Altman RD, Arden NK, et al. OARSI recommendations for the management of hip and knee osteoarthritis. Part III: Changes in evidence following systematic cumulative update of research published through January 2009. Osteoarthr Cartil 2010;18:476–99. doi:10.1016/j.joca.2010.01.013.

  • [7] Deveza LA, Melo L, Yamato TP, Mills K, Ravi V, Hunter DJ. Knee osteoarthritis phenotypes and their relevance for outcomes: a systematic review. Osteoarthr Cartil 2017;25:1926–41. doi:10.1016/j.joca.2017.08.009.

  • [8] Wade DT, Halligan PW. The biopsychosocial model of illness: A model whose time has come. Clin Rehabil 2017;31:995–1004. doi:10.1177/0269215517709890.

  • [9] Page CJ, Hinman RS, Bennell KL. Physiotherapy management of knee osteoarthritis. Int J Rheum Dis 2011;14:145–51. doi:10.1111/j.1756-185X.2011.01612.x.

  • [10] Guan VX, Mobasheri A, Probst YC. A systematic review of osteoarthritis prevention and management with dietary phytochemicals from foods. Maturitas 2019;122:35–43. doi:10.1016/j.maturitas.2019.01.005.

  • [11] Generaal E, Vogelzangs N, Penninx BWJH, Dekker J. Insomnia, sleep duration, depressive symptoms, and the onset of chronic multisite musculoskeletal pain. Sleep 2017;40. doi:10.1093/sleep/zsw030.

  • [12] Walker A, Sibley F, Carter A, Hurley M. Social return on investment analysis of a physiotherapy-led service for managing osteoarthritis in primary care. Lancet 2017;389:S98. doi:10.1016/s0140-6736(17)30494-4.

  • [13]Bruyère O, Honvo G, Veronese N, Arden NK, Branco J, Curtis EM, et al. An updated algorithm recommendation for the management of knee osteoarthritis from the European Society for Clinical and Economic Aspects of Osteoporosis, Osteoarthritis and Musculoskeletal Diseases (ESCEO). Semin Arthritis Rheum 2019;49:337–50. doi:10.1016/j.semarthrit.2019.04.008.